domingo, 20 de noviembre de 2011

UN TROPO IMPRESIONANTE


  Es el tiempo de la libertad. También de la libertad religiosa. Tiempo del Estado mínimo suficiente. Por cierto, con el gasto público mínimo suficiente. Medir el «mínimo suficiente» no es tarea fácil. Para ello pagamos a los que deben hacerlo.
   Reconozco que me ha impresionado y conmovido el tropo de una columna que he comenzado a leer por el final y ahí estaba. Cito de memoria porque no está libre en internet y no lo tengo a la vista: «es triste ver como se agita el rabo de una lagartija separado de su cuerpo. Al cuerpo le saldrá un nuevo rabo pero al rabo no le saldrá un nuevo cuerpo»

  Se refiere a la agonía del socialismo en España. Ciertamente el socialismo está agotado. Ha quedado sin discurso. Queda por ver si la lagartija que viene sabe realizar la catarsis que en el mundo se necesita urgentemente. La vox populi dice, con estas u otras palabras, que el problema económico es moral. La corrupción en el mundo político imbricado en el financiero es patente y clama al cielo. Se comprende que en una campaña electoral se otorgue la primacía a lo económico para ganar votos. Pero como no se salga de la corrupción moral, tarde o temprano el ciclo de la lagartija y el rabo será reiterado indefinidamente. Atentar contra la ley moral natural es corrupción moral. Dice la sabiduría popular: errar es humano, reincidir en el error es diabólico.

   Cierto que primum vivere, deinde philosophare,  si no se come no se puede reflexionar serenamente. Pero si no se reflexiona serenamente, no se aprende a sumar y restar. Hace cincuenta años, al menos, que sabíamos, por ejemplo lo de la pirámide demográfica y que en el mundo mundial sobran alimentos. Lo que falta es justicia y paz. Por el camino del desprecio a la vida humana en algunas de sus fases, del control arbitrario de la natalidad, el aborto, el fomento de la homosexualidad, etc., etc., acabaríamos siendo un mundo viejo y arruinado en manos de unos pocos corruptos, hablando en términos universales. Si no se enseña a los niños los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, acabaremos llenando el mundo de rabos de lagartija.

   Sin necesidad de confundir el orden jurídico con el orden ético, debe quedar manifiesto que aquel se funda en este. Existe un a priori de cualquier sistema político legítimo: la naturaleza humana y la dignidad de la persona, fundada en su dimensión trascendente. Si la teocracia es hoy en día un anacronismo, por más que se encuentre establecida en varios países y exista el singular caso de la reina de Inglaterra como jefe religioso de sus súbditos, no es menos extraterrestre lo que acaso podría llamarse “ateísmo de Estado”. Es el tiempo de la libertad. Incluida, por supuesto, la libertad religiosa. Tiempo del Estado mínimo suficiente. Por cierto, con el gasto público mínimo suficiente. Medir el «mínimo suficiente» no es tarea fácil. Para ello pagamos a los que deben hacerlo. Nunca se acertará del todo y habrá que ir rectificando. Para eso están. La política no es el poder de dispensar favores y derechos, sino servir al bien común social, reconocer y defender los derechos que pertenecen de suyo a las personas y a las sociedades. Y, desde luego, también exigir el cumplimiento de los deberes que cada quien tiene respecto al bien común. ¿Quién no ve que existe inflación de derechos e inconsciencia de deberes? Es preciso formar en la responsabilidad personal y social. La responsabilidad no es “otra” cara de la libertad, es la libertad misma. No hay libertad humana, racional, sin responsabilidad. Cuando se actúa irresponsablemente se actúa a nivel infrahumano.
   No nos engañemos. Todo esto, la inmensa mayoría de las personas es capaz de entenderlo. Sobre todo en el tú a tú, fuera de la masificación. Basta decirlo con claridad y la convicción de quien está realmente convencido de ello, porque lo está. Quiera Dios que estas crisis mundiales, crisis de valores morales, nos encaminen a la realidad. Todos sabemos que es muy difícil, incluso imposible, porque todo tiene que ser renovado para no volver a las andadas. Hace algún tiempo alguien exclamó: «¡Qué difícil es que los ricos entren en el Reino de Dios!». Sus discípulos quedaron impresionados y continuó: «Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios. Y ellos se asombraban aún más diciéndose unos a otros: Entonces, ¿quién podrá salvarse?». En este momento, Jesús extendió sobre los discípulos su profunda mirada y les dijo:  ‘Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios; pues para Dios todo es posible’» (cf. Mc 10, 23-27). Hasta las colas de lagartija pueden transformarse en espléndidos ejemplares de cuerpo entero. Con perdón por llevar el tropo a un campo de minas. Mi intención no es partidista. Es moral. Y creo que se entiende.
Antonio Orozco.

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