sábado, 23 de enero de 2010

Orquestando muerte... o vida

Es un deber moral

Aunque el lector recuerde aquí el tópico de que la redacción de las leyes, como la elaboración de las salchichas, es un proceso del que mejor no saber mucho, doña Lola Velarde subraya que, si se hace dentro de «los límites éticos normales de toda actividad política, la labor del lobby es fundamental. Al final, las leyes las promueven personas y grupos con una ideología determinada. Hacer valer tus principios y propuestas ante los que hacen las leyes es parte de la democracia participativa, y eso es hacer lobby». Es más, si se hace para defender los derechos de los más débiles, «es un deber moral».

La clave del trabajo del IPF y otras organizaciones, más que la presión sin más, es la información: «Queremos investigar y conocer bien, por nuestras propias fuentes, la situación de la familia y las políticas familiares, para informar a los ciudadanos y elaborar propuestas que luego presentamos a los políticos». Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, esta labor es aún más importante, pues «la UE va a tener muchas más competencias y fuerza vinculante», explica la señora Velarde. En teoría, esto no debería afectar a la vida o la familia, pero, en realidad, los ataques pueden estar introducidos, «de forma transversal, en cuestiones de salud, derecho laboral, medio ambiente o igualdad».

Logros pese a la desigualdad


No estar presentes en este ámbito sería renunciar «a la primera línea de defensa frente al ataque del lobby pro-aborto, pro-comportamiento homosexual, secularista y feminista radical», afirma don Roger Kiska, representante en Europa de Alliance Defense Fund, una red de abogados que, si bien no es un lobby en sentido estricto, sí tienen algunos contactos con legisladores. Y esa primera línea es fundamental, sobre todo si se tiene en cuenta -subrayan tanto Kiska como Velarde- que el lobby anti-vida y anti-familia lleva décadas de ventaja, que les han permitido incluso ir colocando a su gente como funcionarios, y cuentan con muchos más medios, que les permiten, por ejemplo, «invitar a 50 mujeres de todo el mundo a cada cumbre internacional para que se entrevisten con los representantes de los países y hagan presión».

Frente a esto, los defensores de la vida y la familia «sólo ahora parece que se movilizan -lamenta el señor Kiska-, pero ya se está progresando». Doña Lola Velarde comenta que uno de estos logros ha sido hacer llegar a la Comisión europea, sobre todo durante la Presidencia alemana de la UE en 2007, la preocupación por el invierno demográfico, y que en este ámbito se elaboren documentos que reclaman políticas de apoyo a la familia. «Ninguna de nuestras propuestas en estos años se ha aprobado tal cual -reconoce-, pero el mensaje ha ido calando en las instituciones y se ha ido creando una conciencia favorable a través de nuestra presencia en los foros, de las preguntas que hacíamos a los responsables de estas áreas, etc.»

Estados Unidos mira a Europa

En la labor del IPF y otros grupos europeos afines, ha sido fundamental -subraya la Presidenta de su Red europea- el ejemplo de grandes organizaciones americanas católicas o protestantes, «de las que aprendemos mucho». Curiosamente, esta mirada transatlántica es recíproca. El señor Kiska, que representa a ADF en Europa, afirma que la labor en este continente es vital, también por su influencia posterior en Estados Unidos. Allí «cuesta mucho más que se apruebe legislación social, sea buena o mala», por lo que se suele seguir la tendencia que marca el viejo continente. Lo que empieza en Europa -añade el señor Ruse- no tarda tampoco en llegar a la ONU, donde «la UE en general habla con una sola voz» y es quien «más influye en su actividad anti-vida y anti-familia».

Un motivo más, si cabe, para la colaboración y la ayuda mutua. ADF, por ejemplo, forma en Europa, igual que en Estados Unidos -donde ya tiene más de 1.500-, a abogados cristianos especializados en cuestiones de este tipo. Las organizaciones pro-vida y pro-familia europeas, opina el señor Ruse, deben todavía ganar en eficacia, y con este objetivo C-FAM puso en marcha, hace cuatro años, su proyecto Sociedad Civil Europea, una serie de encuentros anuales con organizaciones europeas afines. La clave, para el señor Ruse, es «organizarse mejor, informarse mejor e ir mucho a Bruselas».

Es más fácil decirlo que hacerlo. Aunque no faltan organizaciones pro-vida y pro-familia en Bruselas, la presencia española, por ejemplo, es muy reducida, debido -opina la señora Velarde- a los costes económicos y al idioma. El IPF tuvo durante un tiempo a gente trabajando a tiempo completo en Bruselas, gracias a una beca, pero tuvo que renunciar a ello. Consciente de esta necesidad, la Fundación española Derecho y Libertad está poniendo en marcha una organización en Bruselas que pretende fortalecer la red de organizaciones pro-vida y pro-familia en Europa, y facilitar que tanto organizaciones como políticos reciban a tiempo información relevante sobre lo que ocurre a nivel europeo.


María Martínez López


Mienten y amenazan con impunidad»


Los lobbies pro-vida y pro-familia, además de influir en las políticas, pretenden arrojar luz sobre cómo se elaboran éstas, y denunciar si se rebasan los límites éticos. Los grupos defensores del aborto o de la ideología de género -denuncia el señor Ruse- «mienten y amenazan impunemente todo el tiempo», de formas más o menos sutiles.

El proceso, según doña Lola Velarde, puede seguir este camino: el lobby de la cultura de la muerte consigue, por ejemplo, introducir una ambigua mención a la salud sexual y reproductiva en una resolución del Parlamento europeo. Aunque no se diga nada del aborto, un Gobierno afín podrá apelar a ella para apoyar una legislación abortista -como el proyecto de Ley del aborto español-.

En el caso de un Gobierno que defienda la vida, organizaciones abortistas nacionales o internacionales, o incluso alguna institución -europea o de la ONU-, pueden denunciarlo por incumplir un texto que, «aunque no es vinculante, tiene mucha fuerza moral». Puede ocurrir lo mismo con la no discriminación de los homosexuales, como bien sabe Lituania. El pasado septiembre, el Parlamento europeo condenó a este país por promulgar una ley contra la propaganda homosexual a menores. Esta condena puede ser utilizada por el lobby homosexual para presionar al Gobierno, también ante los tribunales.

Incluso si un documento no hace ninguna mención de este tipo, se puede forzar una interpretación interesada. Don Roger Kiska, representante en Europa de la organización estadounidense Alliance Defense Fund (ADF), recuerda cómo se ha conseguido que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea interprete a favor de las parejas homosexuales una directiva sobre el empleo de hace años que no aludía en absoluto a esta cuestión.

Alfa y Omega

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