domingo, 6 de septiembre de 2015

El sacramento del Bautismo

   Todos los cristianos tenemos la esperanza de vivir eternamente, en presencia de Dios, tras la muerte del cuerpo. Esta fue la alianza que Dios hizo con nosotros en el comienzo de los tiempos y que reafirmo haciéndose hombre entre nosotros, llevando consigo a la cruz todos nuestros pecados. Esta es la historia de la salvación de la humanidad.

   Puede parecer lejana y abstracta. Pero, esta historia se repite en cada uno de nosotros: es nuestra historia personal de salvación y podemos seguirla a través de los sacramentos. Desde el bautizo hasta la unción de los enfermos cada uno de estos misterios de fe va marcando nuestras etapas vitales al tiempo que recibimos las gracias para afrontarlas. Los sacramentos van acompañados de signos visibles y de ritos que marcan nuestra historia personal; son signos de nuestro crecimiento en la fe; de nuestro acercamiento a Cristo.

   En los sacramentos se inaugura nuestra alianza con Dios, se fortalece, se alimenta, se limpia, se amplia y se ratifica. Al mismo tiempo Dios se hace visible para nosotros en forma se signo, nos acoge, nos alimenta, nos perdona, nos da sabiduría y fortaleza; establece con nosotros una alianza personal y única que, a través de los sacramentos, nos permitirá alcanzar la vida eterna.

   No es casual que el Papa Francisco haya dedicado la primera audiencia general de 2014 al bautismo. Ni que anunciara una serie de catequesis sobre los sacramentos. Un tema central de nuestra fe que conviene no tomar a la ligera. Aprovechando esta coyuntura, en encuentra.com presentan una serie de artículos sobre los sacramentos: verdadero itinerario de nuestra fe y recorrido por la nuestra propia historia de salvación.

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